Durante siglos, los seres humanos hemos sido testigos de la desaparición de especies animales de la faz de la Tierra, y con ello, la pérdida de biodiversidad. Algunas extinciones ocurrieron por factores naturales, pero muchas otras fueron aceleradas por la acción humana.
Un nombre clave en este proceso es Colossal Biosciences, una empresa que acaba de anunciar el nacimiento de cachorros con características genéticas del “lobo terrible” (Canis dirus), una especie extinta hace más de 10.000 años. Los pequeños mamíferos fueron traídos al mundo en una instalación privada de más de 800 hectáreas ubicada en el norte de Estados Unidos.
Meet the first dire wolves to exist in over 10,000 years https://t.co/PiXmBEGrk6 pic.twitter.com/NJl20cxp80
— TIME (@TIME) April 7, 2025
Esta compañía biotecnológica ahora trabaja incansablemente para devolver a la vida a animales como el dodo, el tigre de Tasmania y otros. Su misión no solo desafía las fronteras de la genética, sino que también abre el debate sobre las implicancias éticas y ecológicas de estas acciones.
La desextinción, también conocida como la "revivificación" de especies desaparecidas, es un campo en auge impulsado por avances en biotecnología y genética. Utilizando tecnologías de edición genética avanzadas como CRISPR, se insertan características de los animales desaparecidos en el genoma de sus parientes cercanos, como aves que podrían compartir el ADN del dodo o marsupiales con los del tigre de Tasmania.
El proceso de revivir estas especies comienza con la obtención de muestras de ADN de los animales desaparecidos, si es que se encuentran preservadas en buena calidad. A partir de ahí, los científicos de Colossal secuencian estos genomas y los comparan con los de especies vivas que puedan ser consideradas como parientes cercanos.
Esta información genética se utiliza para realizar modificaciones en los genes de las especies actuales, con el fin de crear un organismo que posea las características del animal extinto. Pero el desafío va más allá de la simple reintroducción de características físicas, ya que la verdadera cuestión es si estos animales "revividos" podrán adaptarse a un mundo que ha cambiado significativamente desde su extinción.
El dodo, un ave que vivió en la isla Mauricio, es probablemente el ejemplo más famoso de extinción. Este animal, que no volaba, se extinguió en el siglo XVII debido a la caza y la destrucción de su hábitat, agravados por la llegada de colonos humanos y especies invasoras.
En cuanto al tigre de Tasmania, conocido también como tilacino, su extinción es un recordatorio de las consecuencias de la intervención humana. Este marsupial carnívoro, una vez abundante en Australia, fue erradicado a principios del siglo XX, principalmente por la caza y la competencia con los perros y los humanos.
Su desaparición representó la pérdida de una especie clave en el equilibrio ecológico de la región. Colossal busca revivir al tigre de Tasmania insertando el ADN de este animal en el de un pariente cercano, el demonio de Tasmania, que aún habita en el país.
La reintroducción del dodo o el tigre de Tasmania tiene consecuencias más allá de la biología y la conservación. Traer de vuelta a estas especies podría servir como una forma de restaurar ecosistemas antiguos que fueron alterados por la extinción de estos animales.
Si bien la idea de traer de vuelta a especies como el dodo y el tigre de Tasmania resulta fascinante, no está exenta de controversia. Los científicos y conservacionistas deben abordar una serie de dilemas éticos y ecológicos antes de avanzar en estos esfuerzos.
Lets make majestic frolicking a thing ️
— Colossal Biosciences (@colossal) April 8, 2025
When you see these magnificent and powerful creatures moving through the snow, the vital role predators play in our world.
The dire wolf, sometimes called the great wolf, holds deep cultural and ecological significance pic.twitter.com/UNGdPYQ5RE
En primer lugar, existe la cuestión de si es correcto "jugar a ser Dios" al manipular el ADN y modificar la biología de especies para que regresen a la vida. Además, se plantean interrogantes sobre el bienestar de los animales revividos, que podrían enfrentarse a un ambiente muy diferente al que conocían antes de su extinción.
Otro desafío importante es el impacto de la reintroducción de estas especies en los ecosistemas modernos. Los hábitats en los que alguna vez vivieron el dodo o el tigre de Tasmania ya cambiaron, y podrían no ser adecuados para el sustento de estos animales.
La competencia con especies actuales y los posibles efectos negativos sobre el equilibrio ecológico también son temas preocupantes. ¿Estamos preparados para enfrentar los efectos secundarios de la desextinción, como la alteración de las cadenas alimentarias y el comportamiento de otras especies?
A pesar de estas dudas, muchos científicos creen que los beneficios de la desextinción podrían superar los riesgos. La revivificación de especies extintas podría, en el mejor de los casos, restaurar ecosistemas y equilibrar los daños causados por la pérdida de biodiversidad.
A medida que la ciencia avanza, es probable que veamos más esfuerzos de desextinción en un futuro cercano. Sin embargo, este debate seguirá siendo relevante y cambiará para siempre la forma en que entendemos la biología, la genética y nuestra relación con el mundo natural.