Esta es la historia de una estrella que nació y creció como todas las estrellas con la misma masa (entre 3 y 8 masas solares). Sin embargo, en lugar de morir de viejo, como casi todas las estrellas, tuvo un final temprano y muy sangriento. El acontecimiento que se desarrolló durante su sangriento final recibió el nombre aparentemente extraño de Gaia18cdj.
Mientras viajaba por las regiones centrales de su galaxia, esta estrella se topó con el campo gravitatorio de un agujero negro supermasivo (un agujero negro con una masa de casi mil millones de masas solares) y quedó atrapada. La inmensa fuerza gravitatoria de este agujero negro supermasivo lo atrajo gradualmente hacia sí hasta tragarlo. Pero no fue un final rápido e indoloro.
De hecho, en las proximidades del agujero negro esta estrella, como todos los cuerpos que acaban en el interior de un agujero negro, comenzó a girar alrededor del mismo en espirales cada vez más estrechas.
Y aquí viene la parte sangrienta. De hecho, pensemos que esta estrella tenía un radio de unos 200-300 millones de kilómetros. Por lo tanto, el lado de la estrella más cercano al agujero negro experimentó una atracción gravitatoria mucho más fuerte que el lado más alejado.
El resultado fue que bajo la acción de esta fuerza gravitacional diferencial (mayor de un lado y menor del otro) fue literalmente destruida al ser estirada (un proceso llamado espaguetificación) y succionada alrededor del agujero negro.
El gas que formaba la estrella, aumentando la masa del agujero negro, rápidamente se volvió muy caliente y por lo tanto brillante, produciendo un aumento muy alto pero temporal en el brillo (de ahí el nombre transitorio).
Este evento representa hoy el prototipo de una nueva clase denominada “ENT” (Extremely Nuclear Transients), es decir, transitorios extremos localizados en las regiones del núcleo de la galaxia que los alberga.
Cuando observas la misma zona del cielo con un telescopio día tras día, durante meses o años seguidos, con frecuencia observas variaciones ocasionales e impredecibles en el brillo, ya sean aumentos o disminuciones.
Independientemente de cuál sea la causa, estas variaciones de brillo, que evolucionan con relativa rapidez y luego terminan, se denominan «transitorias», un sustantivo que corresponde al adjetivo transitorio.
La causa de los transitorios puede ser la más variada. Por eso, cuando los telescopios que monitorizan continuamente el cielo descubren un transitorio, emiten una especie de “alerta”, es decir, comunican puntualmente el descubrimiento a toda la comunidad astronómica para que otros telescopios, cada uno especializado en diferentes bandas espectrales o en diferentes técnicas de observación (imagen, espectroscopia, …) puedan empezar a observar el mismo evento.
El telescopio espacial Gaia, que el pasado mes de marzo concluyó gloriosamente 10 años consecutivos de exploración de toda la bóveda celeste, fue uno de esos telescopios capaces de descubrir objetos transitorios. Y descubrió muchos de ellos, pero dos de ellos están haciendo historia, los mencionados Gaia18cdj y Gaia16aaw.
El primero ocurrió en 2016 y el segundo en 2018. Pero su descubrimiento, gracias al análisis posterior de los datos recogidos por Gaia, se produjo años después. El artículo científico en el que Hinkle y sus colaboradores presentaron este descubrimiento excepcional se publicó la semana pasada.
Además de estos dos transitorios, existe el descubrimiento de un tercer transitorio de la misma naturaleza, llamado ZTF20abrbeie, descubierto por un telescopio terrestre, el ZTF (Zwicky Transient Facility) en el Monte Palomar en California, cuyo propósito principal es precisamente la identificación de eventos "transitorios".
Los astrónomos creen que estudiar esta nueva clase de transitorios, los ENT, podría proporcionar nueva información sobre las propiedades de sus torturadores, los agujeros negros supermasivos.
“The most energetic transients: Tidal disruptions of high-mass stars”, Hinkle et al. Science Advances, 4 Jun 2025, Vol 11, Issue 2 - https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adt0074